En 1785, cuando Maria Anne Fitzherbert abrió una carta de amor de su admirador, el príncipe Jorge de Gales, no esperaba encontrarse con un ojo mirándola fijamente. Se habían enamorado, pero su noviazgo había sido desastroso. Las leyes reales prohibían que una viuda católica se convirtiera en monarca. Sin embargo, el príncipe estaba decidido a casarse con ella y le hizo llegar una carta con un regalo raro y fascinante, una miniatura en la que estaba pintado, únicamente, el ojo derecho del propio Jorge. Así, las miniaturas de ojos, también conocidas como ojos de amante, aparecieron por toda Gran Bretaña durante cerca de medio siglo. Como en el caso de la pareja real, la mayoría se encargaron como regalos que expresaban la devoción entre seres queridos. Todos eran íntimos y sumamente preciosos, siempre destinados a ser guardados en los bolsillos o prendidos cerca del corazón. Esta fascinante tradición es la que ha inspirado la colección Lover’s Eyes, y la ha traído al siglo XXI en objetos funcionales que parece que nos miran atentamente. En este caso, un jarrón protagonizado por un ojo grabado detalladamente sobre la porcelana. Para su decoración se ha optado por una combinación entre un azul Sajonia intenso y el lustre dorado sobre la porcelana blanca. Una creación cargada de significado, funcional e hipnótica.